Catecumenado infantil y de adultos

La iniciación cristiana de adultos tiene como finalidad la recepción de los sacramentos del bautismo, confirmación y Eucaristía que quieren acercarse a Dios y a la Iglesia, emprendiendo el camino de la fe y de la conversión. Por tanto, este itinerario de fe está previsto para personas mayores de 7 años que no han sido bautizadas. Tiene dos ramas: catecumenado infantil y catecumenado de adultos, que teniendo un mismo contenido, su formato está adaptado a cada situación concreta.

La iniciación cristiana arranca en la etapa del precatecumenado está caracterizada por la predicación del kerigma, esto es, del anuncio del Dios vivo y de su Hijo Jesucristo, enviado por él para salvar a cada hombre. El objetivo de esta etapa es que los simpatizantes, crean, se conviertan libremente al Señor y se unan con sinceridad a él, madurando la verdadera voluntad de seguirle y de pedir el bautismo. Este período finaliza con el rito de la entrada en el catecumenado.

La segunda etapa, denominada catecumenado, es en la que se recibe la catequesis integral durante un tiempo más prolongado. Son cuatro las fuentes de las que se beben para alcanzar el crecimiento y consolidación en la fe: recepción de una catequesis apropiada, práctica de la vida cristiana por la oración, participación en los ritos litúrgicos oportunos, cooperación en la misión evangelizadora de la Iglesia. La duración del tiempo de catecumenado depende de la gracia de Dios y de varias circunstancias que no pueden ser determinadas a priori, pues requiere una debida disposición y preparación en los catecúmenos cuyo juicio pertenece a la Iglesia. Esta fase finaliza con el rito de la elección, que abre la puerta al período siguiente. 

El paso de la iluminación y la purificación es el inmediatamente anterior a la recepción de los tres sacramentos de iniciación cristiana. Es una etapa breve que suele coincidir con el tiempo litúrgico de cuaresma y tiene como finalidad más preparación espiritual que la formación doctrinal. Esto se verifica por medio de varios ritos que se celebran solemnemente los domingos de cuaresma: los escrutinios y la entrega del Símbolo y del Padre Nuestro. El último rito que prepara los sacramentos se celebra -en la medida de lo posible- el Sábado Santo por la mañana, y consiste en el effetá, la elección del nombre cristiano, y la unción con el óleo de los catecúmenos.

Llegamos aquí a la culminación de todo el itinerario con la recepción de los tres sacramentos de la iniciación cristiana: bautismo, confirmación y Eucaristía. Se reciben ordinariamente de manos del Obispo en la Vigilia pascual en la Catedral; o bien de un sacerdote designado para la ocasión en un momento y lugar oportunos. 

A continuación se abre la fase mistagógica, en la que de manera más pausada se explican en profundidad todos los dones recibidos con los sacramentos, gracias a los cuales ha comenzado su vida nueva de cristiano, de hijo de Dios y miembro de la Iglesia. Este período coincide habitualmente con el tiempo pascual. En esta etapa tiene gran importancia que los neófitos, ayudados por los padrinos, se inserten en la comunidad parroquial.

Puedes consultar toda la normativa de la Iglesia referida a los sacramentos de iniciación cristiana aquí.

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